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diciembre 08, 2005

La verdad definitiva acerca de los blogs

Se me viene a la mente una canción, deliciosamente mediocre y pegajosa, de la década decadente por antonomasia...

"Ha salido un nuevo estilo de baile / Y yo no lo sabía.
"En las discos todos lo practican / Pero yo no voy a los di-is-cos.
"En la calle todos lo comentan / Pero yo no salgo a la ca-a-lle.
"Pusieron avisos en el metro / Pero yo no viajo en me-e-tro.

"Ha salido un nuevo estilo de baile.
"Es la locura / Es la moda.
"Y yo no lo sabía.

"Ha salido un nuevo estilo de baile.
"Todos lo bailan / Pero yo no bailo."


La banda se llamaba Emociones Clandestinas y la canción, "Un nuevo baile". Perfectamente podría aparecer hoy un cover, pero con motivo de los blogs: Ha salido un nuevo medio de comunicación. Y yo no lo sabía. Tan tan taran tan. Etcétera, etcétera, etcétera.

El blog es la locura, es la moda, y tú no lo sabías, ¿eh?

Pero ¿qué es un blog? ¿Es realmente un medio de comunicación? ¿O es una tortilla típica de Uzbekistán? Existe un debate enorme en estos momentos acerca de esta cuestión. Y el debate es aprovechado con oportunismo por quienes mantienen un blog para rellenar espacio en el propio, a falta de un tema más original y menos autorreferente. En Godoma y Somorra -¡cómo no!- no podíamos mostrarnos insensibles a esta noble causa, con lo cual presentamos a continuación, sin más preámbulos, la verdad indiscutible acerca de los blogs.

¿Es el blog un nuevo medio de comunicación?

No.

No voy a profundizar en el asunto. Para eso lean el ensayo de Lorenzen y Wiedmayer ("Blog und Blödsinn im Yahr Zweitausend", Universidad de Aquisgrán, Febrero del 2003). Lo cierto es que el blog es un mecanismo de publicación en internet al alcance de cualquiera, hasta de los abuelos. Aparte de eso, no hay nada nuevo en un blog. Desde hace miles de años que el hombre sabe escribir. Y desde mucho antes que es exhibicionista. Eso es todo. Ahora, con el mecanismo del blog, todos pueden exhibir lo que escriben. Y ojo, que no hay que publicar necesariamente una bitácora, ni un diario, ni nada. No hay reglas, y quien quiera imponerlas está condenado ser abucheado: buuuuuh.

En el centro del debate hay un grupo de personas que pregonan una manera correcta de mantener un blog. Dictan reglas, dan seminarios y se juntan a tomar cerveza con Fanta. Del seno de este grupo ha surgido un comité de sabihondos que ha publicado los diez mandamientos del buen blog. No se veía tal absurdo desde que en Chile una ley declarara que "la televisión tiene como misión (sic) educar, informar y entretener". Para los que no quieran seguir el link, los mandamientos en cuestión:

1. Biografía del autor a la vista.
2. Fotografía del autor a la vista.
3. Títulos de post descriptivos del contenido.
4. Enlaces claros respecto a hacia dónde apuntan.
5. Presencia de enlaces a posts antiguos del mismo blog.
6. Empleo de categorías para archivar los posts antiguos.
7. Frecuencia regular de publicación.
8. Especializar el blog en un tema.
9. Escribir en un determinado estilo.
10. Poseer un dominio web propio.

Curiosamente, un grupo de gente viola sistemáticamente aquellos mandamientos, con lo cual estarían intentando crear abiertamente un mal blog. Esto explica, asimismo, la creación de los premios a los peores blogs, los Pablito (Premios A Blogs Lelos, Idiotas, Tontos y Obtusos). Si es que existe una forma correcta de crear un blog (diosconminúscula nos libre), entonces aquí habemos unos pocos dispuestos a defender el antiblogging, casi como un acto de terrorismo poético. ¿Y qué es el antiblogging? Si hubiera que describirlo con una sola palabra: antiblogging. Pero si me permiten usar más de una palabra, pues entenderán que es muy poco para explicar un concepto tan complejo, se trata de llevarle la contraria a esos señores que toman cerveza con Fanta. Y no es por molestarles, incomodarles o perturbarles (referencia decadente #2). Es simplemente porque, casualmente, los blogs que más nos agradan casi nunca cumplen con los susodichos mandamientos.

Otro asunto interesante es cómo, en paralelo, ha surgido el concepto de "blogger", seguramente de parte de personas faltas de una identidad mejor definida. No quiero ser un aguafiestas nuevamente, pero no existe tal cosa llamada blogger. ¿Qué es un blogger? ¿El que escribe un blog? Eso es tan insustancial como decir que una persona tiene una tarjeta de crédito, o que es dueña de una mascota. "Te presento a José, un blogger (esto es, alguien que tiene un blog)." - "Hola, yo soy Pedro, un dogger (esto es, alguien que tiene un perro)." Si hay que ser catalogado por el blog que uno mantiene, yo reivindico nuevamente mi condición de antiblogger. Sí, ahí les va: "mucho gusto, soy Kundabuffer, antiblogger, asiduo lector del diario La Estrella y presidente en ejercicio del comité de recepción del Dalai Lama en Forestal Alto, si es que algún día nos honra con su visita."

Por lo demás, todo el mundo tiene ahora un blog. Y no es un mero decir, porque justamente hace unos pocos minutos, Sanjiva Weerawarana, el último ser humano mayor de edad reticente a crear su propio blog, abrió "Sanjiva Weerawarana's Blog", su flamante bitácora personal. Desde hoy, entonces, ser blogger no distingue a nadie del resto. Dicho de otro modo, de ahora en adelante preséntense mejor como fanshoppers (esto es, bebedores del sofisticado brebaje consistente en mezclar una parte de Fanta con otra de cerveza), pues tener un blog es estadísticamente tan probable como tener una nariz.

Y ahora, un giro temático...

En el mundo de los blogs existe otra regla sacramental, que indica que un blog no lo es propiamente hasta que cumple más de seis meses (pues la mayoría deja de mantenerlo después del entusiasmo inicial). Al menos una regla que haya cumplido Godoma y Somorra, pues este blog lleva no seis, sino siete meses en vigencia. Así, graduado ya de blogger hecho y derecho, puedo descansar en paz.

En mi adolescencia, transcurrida íntegramente en el archipiélago de los Ochenta, había bandas que me gustaban casi exclusivamente porque nadie más las parecía conocer. En cuanto se hacían populares, daba un paso al costado y me buscaba un nuevo estilo de baile. Pueden llamarme un esnob, pero estarían cometiendo un doble error, ya que se trata de un anglicismo en desuso y su significado es casi el contrario de lo que reflejaba mi actitud por aquellos años, ya que la Real Academia lo define como "persona que imita con afectación las maneras, opiniones, etc., de aquellos a quienes considera distinguidos". Pues bien, ahora que todo el mundo tiene un blog ha llegado la hora de dar el paso al costado. Allí los dejo, queridos camaradas bloggers, si es que así prefieren que los llame.

Veintisiete símbolos nos permiten conformar palabras como "cántaro" y "vasija". Y son palabras, como "cántaro" y "vasija", las principales abusadas con esto de los blogs. Escribir es siempre re-escribir. Crear es siempre re-crear. Es el mismo libro el que se repite una y otra vez, con variaciones que sólo sirven para engrosar la Biblioteca de Babel. Por eso, permítanme pregonar a mí esta vez: amigos, ¡ha llegado la hora de dejar de escribir! ... para ponernos a leer. Porque, aunque el caudal de lo ya escrito no es nada comparado con el de lo que ha de escribirse, ya contiene todas las variaciones posibles.

El nuevo estilo de baile será, pues, la lectura. Lo que incluye, naturalmente, la lectura de blogs, como por ejemplo estos. Ninguna de las bitácoras sindicadas, dicho sea de paso, parece respetar mucho las tablas de la ley, y en eso se parecen a Godoma y Somorra. Por semejante pecado (el de no respetar ciertos mandamientos) ardieron para siempre dos ciudades bíblicas de nombres extrañamente familiares. Por eso es mejor arrancar mientras se está con vida. Este blog cierra así sus transmisiones en gloria y majestad, lo que constituye, por lo demás, el epítome de la consecuencia de un antiblogger. Pueden llamarme un esnob, o incluso un ex-blogger, pero ya nunca más un blogger. Me he sacado un peso de encima.

Nos vemos en la disco, en la calle o en el metro. Hasta entonces.

Nueva York,
8 de diciembre del año 2005

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